Estamos en un momento en el que consideramos que la vida
te maltrata a la más mínima; te ha dejado la novia, no tienes trabajo/estas muy
estresado, has discutido con tu madre o llevas mucho tiempo sin follar. Son
solo algunos de los grandes dramas cotidianos que inundan nuestra mente y si no
es el caso, nuestros oídos.
Confieso que en ocasiones estos temas te ayudan a mantener
una conversación. Total, no hay nada que decir ¿Por qué no comentar lo obvio?
¿Por qué no echar una carrera, a ver quién es más desgraciado? También me
resulta igual de triste la competición de quien de los sujetos viene albergando
más éxitos, ya sabéis, quién ha ligado más, quien ha tenido más momentos de
lucidez ante sus compañeros… En definitiva, quien la tiene más larga.
En cualquier caso, creo que se trata del proceso en el que
nos adentramos en lo más profundo… De nuestra superficialidad. Tal vez no se
trate necesariamente de un problema actual, y simplemente sea una de las
debilidades de nuestro ego: consideramos problemas lo que la sociedad ha
establecido que debe resultarte un problema. ¿Y no es mayor problema este
estancamiento? ¿Esta esclavitud ante la necesidad de formar una vida con todo
en su sitio? Quizá esta sea una de nuestras limitaciones a la hora de mejorar, nuestra
mejora se enfoca más hacía hacer frente a estos “retos” que hacia nuestra
autorrealización.
No soy el más indicado para decir a nadie como conducir su
vida (sería el absurdo de los absurdos), pero sí que me veo capacitado para
decir que debemos pensar en si esto que nos ocurre es nuestro drama o nuestra
vergüenza, si el camino lo marcan nuestros problemas o nosotros marcamos el
camino de nuestros problemas.
Igual son las altas dosis de cafeína que tengo ahora mismo
en mi cuerpo, pero siento que podemos encontrar un camino alternativo a esta
espiral de lamentación y amargura. Os preguntareis ¿Cuál? Pues no tengo ni puta
idea… ¿Vaya mierda de conclusión verdad? Bueno, si tuviera respuestas a
preguntas como esa no tendría necesidad alguna de escribir un blog o de
desahogarme de algún modo.
Es posible que el simple hecho de observar esta limitación
y aceptarla sea el primer paso que demos hacia lo que yo, románticamente,
considero que aspiramos a ser, un humano sin limitaciones, el superhombre del
que hablaba Nietzsche.
La verdad está dentro de nosotros muchachos, tenemos que hurgar
ahí, por doloroso que sea.
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