martes, 11 de febrero de 2014

El príncipe de hielo

Cerrabas muy fuerte los ojos para no tener que llorar, finalmente afinaste tu técnica y ya no te tenías que esforzar.

No te quejabas, ni te alegrabas, ni te deprimías. Te sentías poderoso al congelar todo dentro de ti mismo, así por fuera eras una brillante estatua, con una arrogante sonrisa y una gran mirada de autosuficiencia, como si nada te afectase y como si nada pudiera irte mal.

No era suficiente príncipe, habías congelado muchas cosas, pero no habías destruido ni una, por lo que seguían ahí, ante tus impasibles ojos.

Y así te encontrabas en una tormentosa tortura, cuyo único consuelo era que solo tú podrías observarla, y que por tanto, te permitía aparentar una flamante victoria.

Ante los demás todo estaba bajo control, veían tus fracasos sí, pero parecían parte de un gran plan.

Tú siempre tan tranquilo, tan creído, tan cargante…

Pero a mí no me has engañado, eres el príncipe de hielo, y te atreves a todo pero eres un cobarde, vas muy deprisa pero siempre llegas tarde…

2 comentarios:

  1. "...habías congelado muchas cosas, pero no habías destruido ni una..." Exactamente! Sabes dónde está el botón de destruir? T.T
    Ya tienes mi coment, ya puedes continuar xDD
    :P

    ResponderEliminar
  2. Y por cierto, breve pero muy humano ;)

    ResponderEliminar